viernes, 21 de octubre de 2011

Como golpear el humo

Hace no mucho tiempo me llegó un correo electrónico por error. Era de parte de un tío mio quien mencionaba los "horrores" de la cultura musulmana y "sus costumbres extremistas". En el correo habían algunas ligas a videos que mostraban la opresión y persecución religiosa que ocurrían en países como Afganistán o Arabia Saudita. Imágenes y testimonios de opresión a mujeres y la gran falta de libertad.

Más allá de qué tan debatible es la opresión musulmana en ciertos paises, me llamó la atención que el correo terminaba con un comentario:
-"¡Que bueno que nosotros no somos así!"
Refiriéndose a los católicos, quienes abundan en mi familia y para quienes iba dirigido semejante correo. Obviamente, fue ahí cuando me di cuenta que había sido un error la aparición de ese correo en mi bandeja de entrada, digamos que no es un dato ajeno al conocimiento familiar el hecho de que soy ateo desde hace ya mucho.

Lo interesante, para mi, era la evidente ceguera selectiva que mostró mi tío al afirmar con tanta vehemencia que "ellos" no eran así. Yo recordaba perfectamente a muchos familiares criticar a otros con base en "el pecado de ser madre soltera", "mantener relaciones fuera de matrimonio", "el pecado de la homosexualidad", "estar loco de remate por cambiar de religión" o incluso "condenar al infierno eterno a mi propio hijo por no quererlo bautizar". ¿A caso no es eso una forma de opresión religiosa?

Muy bien, tal vez no al nivel que existe en esos lugares tan "lejanos" como Afganistán, y yo estaría exagerando por completo al querer buscar indicios de violencia religiosa dirigida hacia alguien más dentro de mi propia familia. Después de todo, mi tío tenia razón. Claro, si él se refería al diminuto grupo de familiares católicos que habían sido incluidos dentro del correo, unos 20 aproximadamente. Pero tengo toda mi vida de conocer y hablar directamente con mi tío, yo podía saber que no se refería en exclusivo a sólo los 15 o 20 familiares. El se refería a los católicos en general.

Hay algo sutilmente retorcido en esa expresión tan pequeñita que utilizó mi tío para referirse a "los que son como él"; aquello de "que bueno que nosotros no somos así" me cautivó. Es como si alguien que ve los crímenes en las noticias dijera: "Que bueno que no soy asesino" o " que bueno que yo no secuestro y torturo a mis semejantes". Mientras leía ese correo no podía dejar de pensar que esa expresión denotaba la aceptación del muy palpable potencial de ser violento o de alguna vez haberlo sido como grupo religioso.

Encima de todo, existía en el resto del correo ese aire de condescendencia que es exhalado como consecuencia de saberse miembro del club favorecido por el mismísimo creador del universo.
-"Que bueno que nosotros no somos así"

El correo incluía un comentario final que establecía una petición a quien recibiera dicho mensaje. Éste no debía ser retransmitido a mi hermana de manera directa pues ella podría ofenderse por ser musulmana.
-"Yo hablaré con ella después."

-Dudo con sinceridad que dicha plática haya tenido ocasión alguna entre mi tío y mi hermana.

Supongo que a partir de esa fecha, en la que me llegó aquel correo, me he vuelto más consciente a esta forma tan peculiar de cisma familiar, social y religioso que por un lado parece ser inevitable y por el otro lado debería ser tomado como primer evidencia de que hay algo profundamente incongruente en el aspecto sagrado de la religión, percibida como una de tantas actividades humanas.

Me tomó un tiempo relativamente corto el "salir del closet como Ateo" con mi familia inmediata, es decir mis padres y hermana. Sobre todo porque al principio yo me auto definí como "agnóstico estricto" pues no podía comprobar la existencia ni la ausencia de Dios o dioses y sinceramente aun no conocía los términos que hoy son tan familiares. Sin embargo, el proceso de "destape" con el resto de mi enorme familia no nuclear ha sido muy gradual y, mientras soy un ateo activista y verbal con respecto a mis creencias, no soy alguien quien restriegue sus creencias en la cara de los demás. Sobre todo si no es el momento apropiado como para discutir esos temas; sensibilidad que uno va adquiriendo con el tiempo, cabe aclarar.

Poco a poco familiares como tíos y primos se han ido enterando de mis puntos de vista con respecto de la religión y todo aquello referente a Dios y el humanismo. Algunos actúan con tolerancia sincera, otros con interés y otros más actúan como cuando a alguien se le rompe el pantalón en una presentación importante y no se ha dado cuenta; nadie es directo con él y le menciona el desperfecto y mejor lo utilizan para criticarlo o burlarse a sus espaldas. Y hay quien ha entablado larguísimos debates por correo.

En alguno de esos muchos debates me hicieron un reclamo por generalizar mi opinión con respecto del proceder típico de los católicos. El reclamo estaba centrado en el artículo que escribí durante el mes de julio acerca del dinero de la Iglesia Católica. En concreto, me reclamaba sobre decir que los católicos tienen la vista nublada con respecto a la Iglesia y su proceder y que eso no podía ser cierto para todos los católicos.
-"Deberías al menos especificar qué clase de católico es a la que estas haciendo referencia. En mi comunidad yo nunca he visto que nadie sea así"

Lo que era evidente es que mi artículo había lastimado varias fibras sensibles de su fe y la negación era la opción más fácil en ese momento y que ni siquiera se había preocupado por leer bien el documento o revisado las referencias para cerciorarse de que habían sido obtenidas de documentos oficiales de buena fuente como la misma Santa Sede. Sin embargo, debo aceptar que cuando uno generaliza se pone en riesgo de cometer errores de manera muy fácil y si ese fue mi error entonces debo aceptarlo y no cometerlo otra vez.
Decidí regresar y revisar aquel artículo para ver qué era lo que había puesto y darme cuenta si había cometido el error o no. Para mi sorpresa no había tal error o al menos no era tan evidente.
¿A qué se refería con eso de "deberías especificar qué clase de católico"?
¿A caso esta misma persona estaba dividiendo aun más a las personas de su mismo grupo religioso para poder establecerse como legítima?


Un verdadero escocés...
En filosofía existe una forma muy peculiar de falacia no formal llamada "no es un verdadero escoces" ( No true scotsman) que esencialmente establece un error lógico, ya sea intencional o no, sobre la definición generalizada de los elementos de un conjunto en donde una persona que trata de definir el conjunto mueve arbitrariamente los elementos del conjunto para que la definición pueda permanecer intacta en lugar de aceptar que hay problemas en la misma definición.

-"...Bueno, Billy. Tu sabes que un verdadero escocés únicamente bebe whiskey escocés y nada más."
-" Tengo un amigo que nació en Escocia y prefiere el Tequila cuando viene por aquí..."
 
-"Lamento desmentirte entonces Billy. ¡Tu amigo entonces no es un verdadero escocés!
A demás, un verdadero escocés es alto, fuerte y siempre sabemos como tocar la gaita con extrema destreza."
-"El padre de mi amigo también es nacido y criado en Escocia y desciende de padres escoceses y aunque bebe siempre whiskey escocés y fue muy fuerte en su juventud, no sabe tocar la gaita y es mas bien bajo de estatura..."
-"Ahhh... Las cosas de la vida Billy, él tampoco es un verdadero escocés entonces"

El ejemplo más evidente de esto es esta actitud desmoronada entre las creencias religiosas dentro de una sociedad que les permite excluirse de cualquier cosa que no les parezca sin asumir la responsabilidad de los actos del grupo. Pareciera que existe una versión de esa falacia adaptada para ser "no es un verdadero ___". Donde podemos llenar ese espacio en blanco con cualquier denominación religiosa que nos venga en gana. Pero esto únicamente genera un lío enorme que no solo es complicadísimo de limpiar sino que oculta el verdadero problema y habilita a otros problemas más graves.


-"Que bueno que nosotros no somos así"


Ateos de muy alto perfil como Sam Harris y Christopher Hitchens mencionan que el problema de los creyentes moderados es que posibilitan y habilitan la existencia de los que son más extremistas. Al principio, me costó mucho trabajo encontrar evidencia de este hecho pues pareciera que al hacer esta misma separación entre moderados y extremistas debería de ser suficiente para disminuir el impacto religioso en la sociedad. Como quien hace una "sanja guarda fuegos" en un bosque para que un incendio no pase de el limite descrito por la misma sanja. Por otro lado, es esa misma separación, entre los moderados y los más fundamentalistas, lo que debería mermar sus energías y fuerza en números. ¿O no?

Pero lo que pareciera contrasentido en las palabras de Hitchens o Harris tomaría un gran significado si es que pudiéramos encontrar evidencia de que los miembros más moderados de una religión realmente habiliten y posibiliten la acción de los miembros extremistas.

-"Que bueno que nosotros no somos así"
-Eso está por verse...

A penas este pasado 15 de Septiembre me encontré con una noticia que me llenó de rabia y desconcierto; lo primero por que es inconcebible que estas cosas pasen en pleno siglo XXI y lo segundo por que es una noticia de mucha importancia y que no recibió cobertura en los principales medios de radio y televisión del país, pero vamos, después de ver que son esos mismos medios de comunicación los que no dudan en preguntar a los cardenales su opinión sobre cualquier cosa que ocurra en el país; no es de causar mayúscula sorpresa el toparse con otro caso mas de ceguera selectiva.

Este pasado 15 de Septiembre fue suspendido la celebración del grito de Independencia, ritual mexicano que define el inicio de La Guerra de Independencia de mi amado país. No, no ocurrió en todo el país. Fue a causa de la violencia ejercida por un grupo organizado pero no de narcotraficantes. Todo fue parte de los disturbios que han tenido lugar en San Rafael Tlanalapan, Puebla. Un pueblo pequeño ubicado cerca de la frontera del estado de Puebla con el de Veracruz.

Durante los años 90 fue transferido el sacerdote Ascención González desde otra localidad. El motivo era simple y para no variar el modus operandi con el que la Iglesia Católica opera desde siempre. Ascensión era un cura que causaba problemas. Era bélico y violento y tras haber causado levantamientos religiosos en la localidad original a donde había sido asignado como obispo la Iglesia decidió reasignarlo sin notificar a las autoridades ni levantar más polvo del mínimo necesario. Lo más obvio era mandarlo a un pueblo lejano, no para que el aislamiento lo hiciera recapacitar, sino para que lo que sea que hiciera tuviera menos reflectores.

-"O es el pastorcito cristiano o yo, pero no cabemos los dos en este pueblo"
Hizo mención Ascensión en las últimas llamadas a levantamiento social justo después de enterarse de que la comunidad cristiana Roca Fuerte consiguieran por fin los medios económicos para erigir un nuevo templo para ellos mismos. El cura católico continuó alentando a sus fieles para que a punta de machetes y palos corrieran a "esos cristianos" del pueblo.


-"Tiene que correr sangre para que se vayan del lugar!"

Las agresiones a cristianos por parte de la comunidad católica, dirigida por Ascensión datan desde la década de los 90's. Interrupciones del servicio de agua potable, agresiones verbales, entre otras se suman al repertorio de hostigamiento del que son capaces aquellos que se juran hijos de Dios y amar a su prójimo como a ellos mismos. El clímax del drama de San Rafael Tlanalapan fue cuando un grupo de cristianos se refugiaron en el templo del pueblo para escapar de un grupo de católicos quienes intentaban lincharlos y crucificarlos.

-"Esos cristianos no los conocemos ni piensan como nosotros y no sabemos cuáles son sus mañas... Este pueblo es tradicionalmente católico y no nos interesa que ninguna otra religión exista aquí. Así que, o se van o los crucificamos"

-Gritaba enardecida una señora que se sumaba al tumulto que con machetes y palos buscaban a los cristianos aterrados mientras Ascensión tocaba las campanas de la iglesia haciendo el llamado para que el resto del pueblo participara.

¿Y las autoridades?
-"Tenemos un conflicto entre católicos y cristianos pero no es nada que no se pueda resolver... es que a veces la gente se prende por diferencias religiosas y se las toman muy a pecho." -Fernando Manzanilla Prieto. 
Minimizó el Secretario General de Gobierno de la entidad. Acción que terminó por sumarse al resto de las tibiezas que los demás funcionarios públicos dejaron ver. Por otro lado, el mismo presidente municipal hacia mención que las mesas de dialogo entre católicos y cristianos se tendrían que suspender pues la administración municipal no podría, o no quiso, garantizarles, a los segundos, su seguridad e integridad física; logrando así el éxodo de mas de 70 familias cristianas que se vieron forzadas a huir de San Rafael Tlanalapan.
-"El problema se da entre católicos tradicionalistas"
Habiendo dicho eso, automáticamente el problema ya no es de los católicos, sino que ya es problema de aquellos católicos que son "tradicionalistas". Ah vaya, haberlo dicho antes, hombre.

Al día de hoy se intenta reintegrar esas 70 familias y los cristianos fueron forzados a reubicar su templo para que no estuviera cerca de su equivalente católico y no causara más indignación. Ascensión logró llegar a su edad de jubilación por lo que fue cesado del cargo de obispo de la localidad pero aun oficia misas.

Es como querer asestar un golpe a alguien hecho de humo. Cada que un grupo extremista toma una acción violenta es motivo suficiente para que el resto de los creyentes, los moderados, se desmoronen y separen del grupo principal, evitando así a toda costa el tener que cargar con la responsabilidad moral y cívica de mantener a sus locos con camisa de fuerza. La responsabilidad no puede terminar con solo identificar a los que no cumplen con la nueva y móvil definición de católico, musulmán, judío o cual quier otra denominación.

La responsabilidad debe permear hasta adentro de las organizaciones religiosas para que puedan cambiar y mejorar. Es esa soberbia, la misma que esas organizaciones condenan como pecado capital, la que incrementa esas ínfulas de pedantería y autoritarismo fatuo la que les hace creer que pueden tratar al resto de la sociedad como quien expulsa un niño de una habitación pues lo que escucha "es plática de adultos".

El problema precisamente radica ahí, en jactarse de lo "bueno que es no ser igual a ellos" y pensar que definitivamente Dios sigue de su lado y no del de "ellos". El problema sigue siendo suyo señores.




Referencias:



martes, 13 de septiembre de 2011

Cruces rotas

Hace no mucho tiempo mis padres estaban de visita en mi casa. Habían ido, como lo hacen todos los nuevos abuelos aparentemente, a visitar a su nieto que tanto aman. Justo entraban por la puerta cuando ya preguntaban:
-"¿Dónde está mi nieto?"
En fin, la dicha de un nuevo miembro de la familia es contagiosa en la mayoría de las culturas, así que no es sorpresa alguna el hecho de que los nuevos abuelos traten de desvivirse por el nuevo y único nieto de la familia.

Ese día comimos, jugamos con mi hijo y convivimos como lo haría cualquier familia mexicana. Depronto, nos percatamos del tiempo y se había pasado ya por 1 hora la hora de dormir de mi hijo. Eso significaba tener que realizar todo el ritual diario de cambio de pañales y aplicación de todo tipo de líquidos humectantes, protectores, nutrientes, restauradores y demás que van entre la piel y el pañal del bebé.

-"¿Porqué no vas y le preparas la botella de leche mientras yo lo termino de cambiar?"

Sugirió mi madre, lo que me pareció perfecto pues significaba la oportunidad de no tener que participar en los momentos de escatológica obligatoriedad que todo padre de familia está forzado a tomar parte y hay quienes, incluso, alegamos disfrutar. Bajé hacia la cocina para preparar la formula de leche que mi hijo bebe como si no hubiera mañana. Mi padre, se había quedado dormido en el sillón individual que está en la sala mientras que mi esposa se había quedado recogiendo algunos de los platos de la hora de la comida.

-"¿Quién quiere a este niño lindo?"
Se podía escuchar a mi madre hablar retóricamente con su nieto mientras yo continuaba con la alquimia paternal en la cocina. Justo al sonar el "bip" del horno de microondas que calentaba con extrema presición la botella con leche para mi hijo emprendí mi viaje de regreso a la habitación de mi hijo. Mi madre lo sostenía con ese cariño maternal que ahora se había convertido en cariño de abuela.
-"A ver hijo, a la camita... díle buenas noches a tu abuelita."
Mencioné con tono cariñoso y sin esperar una respuesta real por parte de él pero si el que mi madre dejara a su nieto en la cuna para darle la leche. Y así procedió mi mamá, lo bajó con cuidado hasta que mi hijo tocó con sus piesitos el colchón de su cuna y se dispuso a esperar ansioso que yo le diera la botella. En eso mi mamá hizo el ademán de ejecutar de la manera más tradicional y completamente bien intencionada de persignar a mi hijo en la frente.

Cruzó los dedos, pulgar por encima del índice, e inició el primer trazo que se hace de la frente al pecho y luego subió rápido en diagonal hacia la sien izquierda de mi hijo y justo cuando llegó al punto en donde los dos trazos se intersectan se de tuvo como a quien se le sale una opinión contraria en una reunión en donde uno se sabe rodeado de puntos contrarios. Después cubrió aquel incidente con un tierno beso en la frente de su nieto y esperó al pié de la cuna a que yo terminara. No se mencionó nada después ese día. Yo me pude percata absolutamente de todo, aunque sólo había tomado un segundo, pero decidí que no era ni el momento ni el lugar para tocar más ese tema así que lo dejé pendiente para otra ocasión.

Tiempo después, varios meses después para ser precisos, en un viaje mi mamá me hizo el comentario sobre qué cosas puede hacer ella como creyente que no causen conflicto con la forma en cómo quiero construir mi familia.
-"Precisamente esto, mamá"
Le contesté con alegría en la cara. Y es que lo sucedido aquella ocasión en mi casa me había dejado reflexionando sobre lo comunes que son muchas prácticas y rituales que forman ya parte de la cultura y que al  ser un padre que intenta construir una familia más allá de la religión, resultan complejas de entender o de empatizar.
-"¿A qué te refieres?" - Replicó.
-"A que en caso de duda lo mejor que puedes hacer es preguntar. Yo realmente no tengo problema alguno con que tu persignes a mi hijo para desearle los buenos días o buenas noches..."
-"¿Ah no?
Qué bueno que me dices eso, hijo. Me sentí un poco dudosa aquel día y no supe que hacer."

La plática inició cerca de las 9:00 pm de aquella noche y terminó cerca de las 3:00 a.m. de la madrugada siguiente. Llegamos a muchos acuerdos que, el día de hoy, considero muy valiosos tanto para padres de familia ateos como para los familiares de ellos que no saben cómo comportarse o se sienten inseguros en su actuar.

Para iniciar, me gustaría mencionar que hay tanto buenas noticias como malas noticias para los creyentes que nos rodean pues mientras la interacción "aceptable" que se puede llevar con una familia atea es mucho más sencilla que la que se puede tener con familias de diferentes religiones aún logré detectar puntos de conflicto que resultan muy importantes e incluso trascendentes para poder lograr una convivencia cordial entre familiares y amistades.

En segundo lugar quiero mencionar que este listado es exclusivamente algo que yo he encontrado como válido para mi y mi familia y que puede no empatar al 100% con los puntos de vista de otras familias ateas o familias mixtas como es el caso de la mía. Lo que si considero universalmente aplicable es la regla número 1:

En tercer lugar, creo que vale la pena mencionar que estas reglas podrían incluso aplicar para mantener una relación cordial y llevadera entre familias y sus miembros aun y cuando ellos no tengan nada que ver con el ateísmo. La idea de estas reglas no es generar un nuevo dogma o un nuevo conjunto de mandamientos. Podemos entenderlas como guías sencillas que permitirán llevar la fiesta en calma y minimizar los conflictos que suceden cuando creencias que son por naturaleza opuestas son forzadas a convivir por un bien común.

  • Regla #1: En caso de duda, pregunta al padre o la madre de la familia.
  • Regla #2: Respetar los derechos de los familiares a no ser adoctrinados contra su voluntad.
  • Regla #3: En caso de no estar disponibles el padre o madre, establecer un canal de empatía que permita pensar si a uno le gustaría recibir propaganda religiosa diferente a la propia.(Si, independientemente de si esta resulta ser la única y verdadera en el universo y terminará abriendo los ojos de quien la reciba.) 
Realizar rituales religiosos de manera personal o individual no constituyen adoctrinamiento. Esto puede ser rezar y dar gracias a Dios por los alimentos, separarse del grupo o reunión para rezar hacia la Meca, rehusarse a probar alcohol o celebrar cumpleaños por ser formas de idolatría, etcétera. Todas esas deberían ser tolerables pues constituyen una realidad mundial en donde diferentes personas mantienen diferentes y variadísimas religiones y ocultarlo sería no solo ridículo sino contraproducente.

Sin embargo, enseñar a tomar parte de esos rituales, forzar, coaccionar, manipular, chantajear u obligar a los miembros de una familia queda como algo completamente inaceptable y reprobable. Manipular subliminalmente a los miembros de una familia atea ( y las creyentes también) para que adopten una religión es inaceptable también. Dirigirse a los miembros menores de edad, en especial a los niños, de una familia laica o atea para que sean ellos quienes hostiguen a los padres a que "los dejen acudir a un retiro espiritual" o hacer su primera comunión constituye un punto de conflicto. Sugerir o llevar a cabo rituales clandestinos de purificación de los hijos de la familia sin el consentimiento explicito de los padres o incluso a espaldas de ellos es absolutamente reprobable.

En fin, existe el principio de empatía y el motivo de la recopilación de estas reglas es lograr la sana convivencia entre familias de creencias distintas; ateas o no. Por ponerlo de una manera más coloquial y directa a continuación podemos ver un listado de ejemplos que contrastan acciones que mantienen el respeto de ambos lados y luego se muestra su contra parte intolerante:


  • No hay problema si mi madre quiere persignar a mi hijo antes de que él se duerma; si habría problemas si mi madre insiste en enseñarle a que el mismo se persigne o enseñarle a rezar antes de dormir.
  • No hay problema si mi suegra decide rezar en su casa; si habría problema si en su casa ella enseña a rezar a mi hijo sin mi autorización.
  • No hay problema si en mi casa alguien no puede beber vino pues su religión se lo prohíbe; si hay problema si esa persona establece una prohibición en mi propia casa sobre qué alimentos se pueden y no se pueden consumir.
  • No hay problema si mi hijo es invitado a una casa de musulmanes y ellos ayunan durante el Ramadan; Si hay problema si mi hijo es obligado a hacer ayuno y pasar hambre y sed mientras está ahí.
  • No hay problema si mi hijo está encargado con una familia religiosa y ellos tienen un compromiso que involucra asistir a algún ritual religioso y esto implica que tendrán que llevarlo a un templo; si hay problema si eso se convierte en clases de catecismo o adoctrinamiento religioso.
Existe un segundo frente en el cual debemos ponernos críticos también al entablar una relación interpersonal con miembros de la familia con diferentes religiones. (Ojo, el ateísmo o agnosticismo no son religiones; me refiero a personas creyentes en diversas religiones que sientan esa incertidumbre sobre qué se puede hacer y qué no en un entorno ateo). Este segundo frente comprende los rituales de paso. Normalmente los rituales de paso más populares son aquellos que se usan para marcar cualquiera de las siguientes etapas humanas:

  • Nacimiento
  • Madurez sexual
  • Unión marital
  • Muerte

Estas ceremonias, que se usan para marcar dichas etapas en el desarrollo normal de una vida humana, se conocen como rituales de paso y son sumamente importantes; tanto para la persona que los lleva a cabo como para la sociedad que rodea a esa misma persona. Con esto no quiere decir que si una persona no lleva a cabo ninguna o alguna de estas ceremonias será infeliz o sufrirá por un determinado tiempo. No, lo que si implica es que para los humanos es más fácil determinar los cambios de vida de una persona si son marcados con algo que haga evidente que "ya no puedes ser igual que antes" pues has pasado a una nueva etapa de la vida.

Existen muchos rituales que son ya una parte de la cultura o de la sociedad en la que todos estamos inmersos; ateos y creyentes de todas las religiones. Esto no quiere decir que no podamos llevar a cabo algunos cambios o incluso crear nuevas tradiciones y costumbres. Y es precisamente aquí en donde establecer cualquier cambio suele sentirse como ir contra corriente y sentirse apartado de la sociedad. Si uno no "bautiza" a su hijo, muchos familiares pueden sentir o expresar que su nacimiento pasó desapercibido. Si no hay una primera comunión o un "bar mitzvah" o una fiesta de quince años suele causar en familias muy apegadas un sentimiento de que algo hace falta.

Han habido muchas respuestas "laicas" al respecto en donde la gente celebra como mejor les parece esos mismos eventos de la vida. Hay quienes se casan en bodas con rituales prehispánicos, a la orilla del mar. Hay quienes celebran la llegada de un nuevo hijo haciendo solamente una fiesta para la familia y simplemente omiten el aspecto religioso tradicional.

Más aún, la muerte de un ser querido suele tener un ritual religioso por defecto. En lo personal nunca he asistido a un funeral que no fuera de alguien católico y a decir verdad me asusta mucho eso. Y no me asusta porque me preocupe qué harán mis familiares con mi cuerpo una vez que yo muera; mi preocupación está del lado de qué haré cuando mi esposa o hijos mueran, si es que yo no muero primero.

Es decir, si yo tengo algo que decir sobre mi propio funeral, a mi me gustaría que fuera un funeral sin religión. Donde la gente que sea invitada sea la gente que realmente me quiso mientras yo estuve vivo. Que se despidan de mi al ver mi cuerpo si es que eso les ayuda a dar un cierre psicológico a su relación conmigo. Que platiquen anécdotas divertidas o con buenas moralejas que hayamos compartido y, de ser posible, que mi esposa o hijos donen mis órganos a quien les sirvan y cremen mi cuerpo. Las cenizas que resten, me gustaría que las mezclaran en el cemento que se use para algún edificio científico o científico- educativo. Si no, entonces que las usen para fertilizar algún bonito jardín.

Sin embargo, si algún día termino siendo yo quien tengo que enterrar a mis hijos o a mi esposa, seré yo quien tenga que decidir cómo es que quiero conmemorar esos eventos y es aquí donde me asaltan preguntas como:
¿Me dejarán llorar a mi manera la muerte de mi propio hijo?
¿Si mis otros familiares deciden celebrar misas en su nombre me querrán obligar a asistir a los novenarios en su honor?
¿Si no ofrezco una misa en honor a mi hijo, se ofenderán mis familiares y retirarán su apoyo?
¿Si mi esposa muere, qué tanto tengo derecho yo de llorar su muerte a mi manera; si bien, yo soy responsable de ella en momentos de toma de decisiones médicas cuando ella misma no puede responder?
¿Hasta dónde la sociedad está dispuesta a respetar mis propios derechos, sólo por no compartir su religión o supersticiones?

Personalmente creo que necesitamos, como sociedad, una gran tolerancia y también una gran educación en términos de las diferentes creencias religiosas de las personas. Hay quienes opinan, de manera superficial y simplista:
-"Por mi que todo el mundo crea en lo que se les venga en gana, siempre y cuando no me afecten..."
Pero, de ser así las cosas, estaría uno mismo dispuesto a:

  • No ser permitido a ver o tocar el cuerpo de un familiar que ha muerto por el simple hecho de no pertenecer a esa religión. 
  • O qué hay de esas familias que se sienten muy orgullosas pues su hija se ha convertido en monja misionera y es la Iglesia la que se queda el cuerpo de ella si llegara a morir, sin posibilidad de repatriarla. 
  • O estar obligado a sepultar y no poder utilizar la cripta familiar que el padre de familia compró para este tipo de casos porque el hijo no se le permite ser cremado. 
  • Rehusarse a transfusiones que bien podrían salvarle la vida a algún familiar por dogmas religiosos


Finalmente lo que yo buscaría de mi relación con otras familias o integrantes de ellas es que se pueda tener una convivencia sana y de respeto mutuo. La religión no lo es todo en la vida, incluso para los muy religiosos, así que estoy seguro de que se pueden coincidir en cualquier otro de todos los demás aspectos de la vida.