jueves, 23 de agosto de 2012

El silencio

Y el animal humano descubrió que había fuerza mucho mayor a la propia cuando se encontraba en grupos y entonces pudo delegar responsabilidades. Que fueran otros los que se encargaran de sus preocupaciones y encontró la habilidad de trabajar en equipo, en sociedad. Y por fin tuvo tiempo de pensar. Pensar y no solo reaccionar ante los efectos de su entorno y sintió, por primera vez, la calma prolongada. Y supo lo que era tener tiempo libre y pudo dedicarlo a mejorar y mejorar su circunstancia. Y mientras pensaba, llegó la noche y luego el amanecer y se dio cuenta de que había pasado la noche sin tener que correr de las otras bestias que le regateaban la vida misma de igual a igual.

Y entonces se sintió fuerte y se sintió afortunado y descubrió el orgullo propio. Y vio el sol salir por el horizonte, por primera vez sin tener que estar en plena huida y escuchó a los otros animales despertar para seguir con las actividades que él, hasta ese día, había estado forzado a hacer. Y miró a sus demás compañeros de manada y vio que había calma y comprendió que el sol era la señal de que había logrado pasar el terror de la noche. Y el animal humano se adecuó a esperar y a apreciar el amanecer y a desearlo tanto como uno se aferra a la vida misma pues efectivamente era una señal de que aun seguía vivo.

Y entonces comenzó a sentir gratitud por no haber sido la cena de otro animal; como los que él y sus compañeros cazaban por las mañanas. Y aquel animal humano preguntó quién habría puesto esa señal de la mañana y nunca escuchó respuesta, solo estaba el y sus primitivos pensamientos de humano; el sol sólo se limitaba a calentarle la piel y le hizo recordar los brazos primitivos de su madre. Y comprendió que ella había significado una gran pérdida para su manada, para su sociedad. Y no soportó el silencio del sol así que preguntó a la luna pero era una señal que era menos confiable y mas endeble que el sol.

Y aquel humano primitivo nunca aceptó que el sol nunca le respondería y que el recuerdo de su madre solo era eso; solo un recuerdo de esa paz y tranquilidad que hoy sentía. Y entonces humanizo al sol y a la luna; y lo hizo con los lagos y los otros animales y con las piedras y el viento y vió que si todo se ponía en sus términos era más fácil de comprender y entonces decidió ser el centro de su universo y recortada visión.

Y cambió a su conveniencia su entorno y siguió preguntando al todo lo que podía ver y tocar, cosas que aquel humano había humanizado y silencio fue lo único que obtuvo. He hizo ofrendas, de todos tipos, y se cortó la piel y enseño sus entrañas y el silencio siempre lo acompañó. Pero nunca cambió su perspectiva y nunca cambió su forma de preguntar. Y obligó a otros animales a comportarse como el, a adecuarse a sus necesidades y luego hizo lo mismo con la tierra y descubrió a labrarla.

Un día, aquel animal humano se hartó del silencio de todo aquello que no era humano y se hartó de que habiendo humanizado todo no era suficiente para conseguir respuesta y su primitivo cerebro no consiguió entender que nunca habría respuesta. Y entonces adjudicó voluntad a todo aquello que era inerte y justificó el silencio de las piedras con renuencia de éstas a responderle y les ofreció la sangre y cabezas de los animales que ya se comportaban como los otros animales humanos dictaban y el silencio creció como una bofetada y nunca lo satisfizo. "Tal vez el viento y la tormenta contestan a su propia manera" -pensó.

Y habiendo humanizado todo el universo y todo lo que no controlaba pudo comprender la soledad en que se encontraba y entonces adjudicó propósito a aquel silencio. Y decidió merecer la respuesta de aquello que nunca llegaría y decidió aprender. Y siendo aquel animal humano el centro de su propio universo; decidió que todo propósito de todo lo inerte sería de beneficio exclusivo y directo para él y su manada; su tribu. Y así descubrió su identidad y así definió su propio propósito.

Un día, el animal humano se cansó de hablar con los arboles y las piedras y los ríos y los lagos; pero éstos ya tenían voluntad y algunos compañeros juraban haberles escuchado hablar en lenguas extrañas y sintió alegría. Y concentró la voluntad del viento y la tormenta en formas humanas que no podía ver. Con caprichos que no podía entender y, ante aquella confusión adjudicó caprichos que fueran más entendibles y luego los humanizó también. Y diseño seres supernaturales a su imagen y semejanza y pretendió escucharles en los sueños. Y un día pudo soñar con los brazos de su madre y pudo recordar su cara. Y decidió que eso también era una señal; tal como las señales que le hablaban al oído, las palabras de los arboles y los montes.

Y un día un volcán arrasó con su aldea, sus animales y su familia y cuando la tempestad terminó escucho, otra vez el silencio y descubrió la frustración y la negación. Y decidió que aquellas señales eran claras muestras de las voluntades del volcán. Y entonces se sintió pequeño e indefenso y añoró los brazos de su madre y la protección de su manada y supuso que aquellas voluntades eran mas fuertes y orgullosas que la suya. Y creo un ser más poderoso que el volcán, fuera de su plano terrenal que fuera todo lo que no podía explicar y fuera todo lo que él no podía ser y fuera de todo lo que le pudiera lastimar y fuera de todo lo que le pudiera contradecir.  Y entonces creo deidades con dos ojos y dos piernas, con cabeza como la de el y manos como las suyas.

Y soñó con aquella aldea que había perdido y el dolor que le causaba y pidió ayuda al nuevo dios y extrañamente aquel humano animal resultó ser el preferido de dios. Le puso los animales a su servicio y le rindió el planeta entero a sus pies para que él gobernara por encima de todo. ¿Y quién era él para cuestionar aquel designio divino? Al fin había respuestas y todas concordaban con lo que el pensaba. Y lo tomó como señal de fortuna y declaró guerra y dominio sobre otros animales humanos.

Y logró conquistas cuantiosas y cuantos más compañeros coincidieran con los designios de su dios personal tanto más se beneficiaba con sus conquistas y descubrió el poder y fundó la religión y se hizo rey. Y se declaró inmortal y prometió inmortalidad en las próximas vidas junto a su dios personal.

Algunos animales humanos se replegaron y se rindieron ante el silencio y cambiaron sus preguntas. Y guardaron silencio y comenzaron a observar y se maravillaron del entorno donde vivían. Y descubrieron la diversidad de todo lo que no era humano y dejaron de humanizar. Y comprendieron que no había nada que escuchar y todo por aprender. Otros animales humanos encontraron brujas y demonios y se comenzaron a matar entre ellos, pero los observadores comenzaron a comprender que la belleza del universo está en la enorme diversidad y en lo ínfimos e insignificantes que eran y descubrieron la verdadera humildad y la verdadera dignidad que radica en vivir solo una vez sin promesa póstumas ni dioses a la medida y esos se hicieron humanistas y no humanizantes.