martes, 13 de septiembre de 2011

Cruces rotas

Hace no mucho tiempo mis padres estaban de visita en mi casa. Habían ido, como lo hacen todos los nuevos abuelos aparentemente, a visitar a su nieto que tanto aman. Justo entraban por la puerta cuando ya preguntaban:
-"¿Dónde está mi nieto?"
En fin, la dicha de un nuevo miembro de la familia es contagiosa en la mayoría de las culturas, así que no es sorpresa alguna el hecho de que los nuevos abuelos traten de desvivirse por el nuevo y único nieto de la familia.

Ese día comimos, jugamos con mi hijo y convivimos como lo haría cualquier familia mexicana. Depronto, nos percatamos del tiempo y se había pasado ya por 1 hora la hora de dormir de mi hijo. Eso significaba tener que realizar todo el ritual diario de cambio de pañales y aplicación de todo tipo de líquidos humectantes, protectores, nutrientes, restauradores y demás que van entre la piel y el pañal del bebé.

-"¿Porqué no vas y le preparas la botella de leche mientras yo lo termino de cambiar?"

Sugirió mi madre, lo que me pareció perfecto pues significaba la oportunidad de no tener que participar en los momentos de escatológica obligatoriedad que todo padre de familia está forzado a tomar parte y hay quienes, incluso, alegamos disfrutar. Bajé hacia la cocina para preparar la formula de leche que mi hijo bebe como si no hubiera mañana. Mi padre, se había quedado dormido en el sillón individual que está en la sala mientras que mi esposa se había quedado recogiendo algunos de los platos de la hora de la comida.

-"¿Quién quiere a este niño lindo?"
Se podía escuchar a mi madre hablar retóricamente con su nieto mientras yo continuaba con la alquimia paternal en la cocina. Justo al sonar el "bip" del horno de microondas que calentaba con extrema presición la botella con leche para mi hijo emprendí mi viaje de regreso a la habitación de mi hijo. Mi madre lo sostenía con ese cariño maternal que ahora se había convertido en cariño de abuela.
-"A ver hijo, a la camita... díle buenas noches a tu abuelita."
Mencioné con tono cariñoso y sin esperar una respuesta real por parte de él pero si el que mi madre dejara a su nieto en la cuna para darle la leche. Y así procedió mi mamá, lo bajó con cuidado hasta que mi hijo tocó con sus piesitos el colchón de su cuna y se dispuso a esperar ansioso que yo le diera la botella. En eso mi mamá hizo el ademán de ejecutar de la manera más tradicional y completamente bien intencionada de persignar a mi hijo en la frente.

Cruzó los dedos, pulgar por encima del índice, e inició el primer trazo que se hace de la frente al pecho y luego subió rápido en diagonal hacia la sien izquierda de mi hijo y justo cuando llegó al punto en donde los dos trazos se intersectan se de tuvo como a quien se le sale una opinión contraria en una reunión en donde uno se sabe rodeado de puntos contrarios. Después cubrió aquel incidente con un tierno beso en la frente de su nieto y esperó al pié de la cuna a que yo terminara. No se mencionó nada después ese día. Yo me pude percata absolutamente de todo, aunque sólo había tomado un segundo, pero decidí que no era ni el momento ni el lugar para tocar más ese tema así que lo dejé pendiente para otra ocasión.

Tiempo después, varios meses después para ser precisos, en un viaje mi mamá me hizo el comentario sobre qué cosas puede hacer ella como creyente que no causen conflicto con la forma en cómo quiero construir mi familia.
-"Precisamente esto, mamá"
Le contesté con alegría en la cara. Y es que lo sucedido aquella ocasión en mi casa me había dejado reflexionando sobre lo comunes que son muchas prácticas y rituales que forman ya parte de la cultura y que al  ser un padre que intenta construir una familia más allá de la religión, resultan complejas de entender o de empatizar.
-"¿A qué te refieres?" - Replicó.
-"A que en caso de duda lo mejor que puedes hacer es preguntar. Yo realmente no tengo problema alguno con que tu persignes a mi hijo para desearle los buenos días o buenas noches..."
-"¿Ah no?
Qué bueno que me dices eso, hijo. Me sentí un poco dudosa aquel día y no supe que hacer."

La plática inició cerca de las 9:00 pm de aquella noche y terminó cerca de las 3:00 a.m. de la madrugada siguiente. Llegamos a muchos acuerdos que, el día de hoy, considero muy valiosos tanto para padres de familia ateos como para los familiares de ellos que no saben cómo comportarse o se sienten inseguros en su actuar.

Para iniciar, me gustaría mencionar que hay tanto buenas noticias como malas noticias para los creyentes que nos rodean pues mientras la interacción "aceptable" que se puede llevar con una familia atea es mucho más sencilla que la que se puede tener con familias de diferentes religiones aún logré detectar puntos de conflicto que resultan muy importantes e incluso trascendentes para poder lograr una convivencia cordial entre familiares y amistades.

En segundo lugar quiero mencionar que este listado es exclusivamente algo que yo he encontrado como válido para mi y mi familia y que puede no empatar al 100% con los puntos de vista de otras familias ateas o familias mixtas como es el caso de la mía. Lo que si considero universalmente aplicable es la regla número 1:

En tercer lugar, creo que vale la pena mencionar que estas reglas podrían incluso aplicar para mantener una relación cordial y llevadera entre familias y sus miembros aun y cuando ellos no tengan nada que ver con el ateísmo. La idea de estas reglas no es generar un nuevo dogma o un nuevo conjunto de mandamientos. Podemos entenderlas como guías sencillas que permitirán llevar la fiesta en calma y minimizar los conflictos que suceden cuando creencias que son por naturaleza opuestas son forzadas a convivir por un bien común.

  • Regla #1: En caso de duda, pregunta al padre o la madre de la familia.
  • Regla #2: Respetar los derechos de los familiares a no ser adoctrinados contra su voluntad.
  • Regla #3: En caso de no estar disponibles el padre o madre, establecer un canal de empatía que permita pensar si a uno le gustaría recibir propaganda religiosa diferente a la propia.(Si, independientemente de si esta resulta ser la única y verdadera en el universo y terminará abriendo los ojos de quien la reciba.) 
Realizar rituales religiosos de manera personal o individual no constituyen adoctrinamiento. Esto puede ser rezar y dar gracias a Dios por los alimentos, separarse del grupo o reunión para rezar hacia la Meca, rehusarse a probar alcohol o celebrar cumpleaños por ser formas de idolatría, etcétera. Todas esas deberían ser tolerables pues constituyen una realidad mundial en donde diferentes personas mantienen diferentes y variadísimas religiones y ocultarlo sería no solo ridículo sino contraproducente.

Sin embargo, enseñar a tomar parte de esos rituales, forzar, coaccionar, manipular, chantajear u obligar a los miembros de una familia queda como algo completamente inaceptable y reprobable. Manipular subliminalmente a los miembros de una familia atea ( y las creyentes también) para que adopten una religión es inaceptable también. Dirigirse a los miembros menores de edad, en especial a los niños, de una familia laica o atea para que sean ellos quienes hostiguen a los padres a que "los dejen acudir a un retiro espiritual" o hacer su primera comunión constituye un punto de conflicto. Sugerir o llevar a cabo rituales clandestinos de purificación de los hijos de la familia sin el consentimiento explicito de los padres o incluso a espaldas de ellos es absolutamente reprobable.

En fin, existe el principio de empatía y el motivo de la recopilación de estas reglas es lograr la sana convivencia entre familias de creencias distintas; ateas o no. Por ponerlo de una manera más coloquial y directa a continuación podemos ver un listado de ejemplos que contrastan acciones que mantienen el respeto de ambos lados y luego se muestra su contra parte intolerante:


  • No hay problema si mi madre quiere persignar a mi hijo antes de que él se duerma; si habría problemas si mi madre insiste en enseñarle a que el mismo se persigne o enseñarle a rezar antes de dormir.
  • No hay problema si mi suegra decide rezar en su casa; si habría problema si en su casa ella enseña a rezar a mi hijo sin mi autorización.
  • No hay problema si en mi casa alguien no puede beber vino pues su religión se lo prohíbe; si hay problema si esa persona establece una prohibición en mi propia casa sobre qué alimentos se pueden y no se pueden consumir.
  • No hay problema si mi hijo es invitado a una casa de musulmanes y ellos ayunan durante el Ramadan; Si hay problema si mi hijo es obligado a hacer ayuno y pasar hambre y sed mientras está ahí.
  • No hay problema si mi hijo está encargado con una familia religiosa y ellos tienen un compromiso que involucra asistir a algún ritual religioso y esto implica que tendrán que llevarlo a un templo; si hay problema si eso se convierte en clases de catecismo o adoctrinamiento religioso.
Existe un segundo frente en el cual debemos ponernos críticos también al entablar una relación interpersonal con miembros de la familia con diferentes religiones. (Ojo, el ateísmo o agnosticismo no son religiones; me refiero a personas creyentes en diversas religiones que sientan esa incertidumbre sobre qué se puede hacer y qué no en un entorno ateo). Este segundo frente comprende los rituales de paso. Normalmente los rituales de paso más populares son aquellos que se usan para marcar cualquiera de las siguientes etapas humanas:

  • Nacimiento
  • Madurez sexual
  • Unión marital
  • Muerte

Estas ceremonias, que se usan para marcar dichas etapas en el desarrollo normal de una vida humana, se conocen como rituales de paso y son sumamente importantes; tanto para la persona que los lleva a cabo como para la sociedad que rodea a esa misma persona. Con esto no quiere decir que si una persona no lleva a cabo ninguna o alguna de estas ceremonias será infeliz o sufrirá por un determinado tiempo. No, lo que si implica es que para los humanos es más fácil determinar los cambios de vida de una persona si son marcados con algo que haga evidente que "ya no puedes ser igual que antes" pues has pasado a una nueva etapa de la vida.

Existen muchos rituales que son ya una parte de la cultura o de la sociedad en la que todos estamos inmersos; ateos y creyentes de todas las religiones. Esto no quiere decir que no podamos llevar a cabo algunos cambios o incluso crear nuevas tradiciones y costumbres. Y es precisamente aquí en donde establecer cualquier cambio suele sentirse como ir contra corriente y sentirse apartado de la sociedad. Si uno no "bautiza" a su hijo, muchos familiares pueden sentir o expresar que su nacimiento pasó desapercibido. Si no hay una primera comunión o un "bar mitzvah" o una fiesta de quince años suele causar en familias muy apegadas un sentimiento de que algo hace falta.

Han habido muchas respuestas "laicas" al respecto en donde la gente celebra como mejor les parece esos mismos eventos de la vida. Hay quienes se casan en bodas con rituales prehispánicos, a la orilla del mar. Hay quienes celebran la llegada de un nuevo hijo haciendo solamente una fiesta para la familia y simplemente omiten el aspecto religioso tradicional.

Más aún, la muerte de un ser querido suele tener un ritual religioso por defecto. En lo personal nunca he asistido a un funeral que no fuera de alguien católico y a decir verdad me asusta mucho eso. Y no me asusta porque me preocupe qué harán mis familiares con mi cuerpo una vez que yo muera; mi preocupación está del lado de qué haré cuando mi esposa o hijos mueran, si es que yo no muero primero.

Es decir, si yo tengo algo que decir sobre mi propio funeral, a mi me gustaría que fuera un funeral sin religión. Donde la gente que sea invitada sea la gente que realmente me quiso mientras yo estuve vivo. Que se despidan de mi al ver mi cuerpo si es que eso les ayuda a dar un cierre psicológico a su relación conmigo. Que platiquen anécdotas divertidas o con buenas moralejas que hayamos compartido y, de ser posible, que mi esposa o hijos donen mis órganos a quien les sirvan y cremen mi cuerpo. Las cenizas que resten, me gustaría que las mezclaran en el cemento que se use para algún edificio científico o científico- educativo. Si no, entonces que las usen para fertilizar algún bonito jardín.

Sin embargo, si algún día termino siendo yo quien tengo que enterrar a mis hijos o a mi esposa, seré yo quien tenga que decidir cómo es que quiero conmemorar esos eventos y es aquí donde me asaltan preguntas como:
¿Me dejarán llorar a mi manera la muerte de mi propio hijo?
¿Si mis otros familiares deciden celebrar misas en su nombre me querrán obligar a asistir a los novenarios en su honor?
¿Si no ofrezco una misa en honor a mi hijo, se ofenderán mis familiares y retirarán su apoyo?
¿Si mi esposa muere, qué tanto tengo derecho yo de llorar su muerte a mi manera; si bien, yo soy responsable de ella en momentos de toma de decisiones médicas cuando ella misma no puede responder?
¿Hasta dónde la sociedad está dispuesta a respetar mis propios derechos, sólo por no compartir su religión o supersticiones?

Personalmente creo que necesitamos, como sociedad, una gran tolerancia y también una gran educación en términos de las diferentes creencias religiosas de las personas. Hay quienes opinan, de manera superficial y simplista:
-"Por mi que todo el mundo crea en lo que se les venga en gana, siempre y cuando no me afecten..."
Pero, de ser así las cosas, estaría uno mismo dispuesto a:

  • No ser permitido a ver o tocar el cuerpo de un familiar que ha muerto por el simple hecho de no pertenecer a esa religión. 
  • O qué hay de esas familias que se sienten muy orgullosas pues su hija se ha convertido en monja misionera y es la Iglesia la que se queda el cuerpo de ella si llegara a morir, sin posibilidad de repatriarla. 
  • O estar obligado a sepultar y no poder utilizar la cripta familiar que el padre de familia compró para este tipo de casos porque el hijo no se le permite ser cremado. 
  • Rehusarse a transfusiones que bien podrían salvarle la vida a algún familiar por dogmas religiosos


Finalmente lo que yo buscaría de mi relación con otras familias o integrantes de ellas es que se pueda tener una convivencia sana y de respeto mutuo. La religión no lo es todo en la vida, incluso para los muy religiosos, así que estoy seguro de que se pueden coincidir en cualquier otro de todos los demás aspectos de la vida.