lunes, 25 de abril de 2011

Desconociendo la dimensión conocida.

Aun es un recuerdo muy vívido, aquel día que me di cuenta de que aquello que yo llamaba fe era realmente una esperanza en poder conseguir la fe de la que me habían platicado desde que tenía memoria. El proceso de abandonar la religión en donde uno ha sido adoctrinado desde niño es complicado y delicado; en especial cuando el 80% de la sociedad en la que uno vive es precisamente parte de esa doctrina y religión. Sin embargo, ocurre y es, tal vez, más común de lo que se acepta por parte de ese 80%.
En mi caso, dejar mi religión ha sido altamente positivo, informativo e interesante. Sin embargo, también ha sido una especie de despertar. Como quien lo hace después de un sueño muy largo e intenso y para sorpresa de muchos, ese sueño no ha sido terrible ni como pesadilla. A decir verdad, fue un sueño muy placentero y feliz en su mayor parte con manchones por aquí y por allá de dolor, desesperación y en general una vida común.

Mucha gente no dedica tiempo a resolver todas esas disonancias cognoscitivas que presentan las religiones modernas simplemente porque tienen más preocupaciones más interesantes, como llevar comida y dinero a casa y sacar buenas calificaciones en la escuela. Así, entonces, es que la religión permanece en las mentes de la gente con su comportamiento viral. Algunos, somos infectados desde niños, otros nunca se curan e infectan a otros; otros solo son portadores pero realmente no sufren todas las consecuencias del virus mientras que hay algunos que mueren a causa de el. Otros, en cambio, desarrollamos anticuerpos naturales que nos inmunizan y finalmente hay algunos quienes aceptan ser vacunados justo a tiempo.

Hace algunos días pude darme cuenta que para mucha gente, ser ateo es algo que es literalmente incomprensible. Después de casi 11 años de mi abandono religioso y aún la palabra "Ateo" no ha logrado ser entendida entre algunas de las personas que son cercanos a mi o incluso familiares directos.  Aún es fecha en la que escucho expresiones como "Que Dios te bendiga... cualquiera que sea el concepto que tengas de el..." Si me permito ser franco, es motivo de risa.  Pues aun veo bendiciones cortadas y cruces rotas  cuando son dirigidas a mi. Es similar a cuando en una reunión familiar hay una pareja de nuevos novios y al lado está algun otro familiar que está pasando por un divorcio y ninguno de los dos lados saben cómo comportarse; si los novios deben "restregarle" todas las mieles de los arrumacos, besos, nervios, mariposas en el estomago y el mundo de color de rosa a alguien que está pasándola muy mal; o si el amargado mejor debe de irse y dejar ser a los novios. Finalmente nadie hace el movimiento completo y por lo mismo nadie termina satisfecho por completo.

Así, entonces los religiosos creen que porque su creencia es sagrada e intocable no es pertinente preguntar, al ateo de la familia, las dudas más comunes.  ¿Cómo entonces se pretende salir de la ignorancia si es la prudencia el primer obstáculo?
Es por eso que cada vez que escucho eso de:
-"Que Dios te llene de bendiciones y te cuide..." seguidos de evidentes caras de pifia solo me limito a sonreir y dar las gracias por los buenos deseos. Sólo para ver la cara de sorpresa porque no me derretí enfrente de ellos al recibir semejante conjuro imperativo que comanda al creador de todo el universo a dedicar un diferencial de su indemostrable, impalpable e imperceptible ser a sepultarme en bendiciones y, por si fuera poco, a convertirse en mi guardia personal. Pero vamos, en mi opinión la mayoría de las veces que la gente dice esas cosas son por ser convenciones socialmente aceptadas, tal como lo son el decir "salud" cuando alguien más estornuda o como cuando uno da el pésame a los familiares de alguien que muere.  Dudo mucho que cuando un padre da la bendición a su hijo esté pensando literalmente en conjuros.
Ah, pero la cara de sorpresa cuando acepto ese gesto de bondad por parte de alguien religioso siempre despierta interés cuando menos y despierta explicaciones innecesarias cuando más.

-"...bueno, cualquier concepto que tengas de TU dios..."
Dicen con el afán de remendar de inmediato. Sólo puedo imaginarme cómo sería si respondiera sistemáticamente lo que "debo responder".
-"Eh, no tengo dios o Dios o incluso diosas o dioses. Sabes que soy ateo..."
-"... bueno, si pero me refiero en concepto. Lo que sea a lo que tu le reces..."
-"No tengo, concepto alguno al que le rece, tampoco rezo porque soy ateo."
-"Pero en algo tienes que creer,no?"
"... Es decir, aun tienes alma o espíritu y aun eres espiritual, o no?"
-"No a lo primero"
"No hay evidencia de lo segundo y no se a que diantres te refieres con lo tercero..."

Ah, las mieles del debate. Sin embargo, habiendo descubierto que aun no es claro para muchos esto de ser ateo creo que es momento idóneo el dar una explicación de cómo sucedieron las cosas, al menos en mi caso particular y que, de antemano, se que es más popular de lo que se cree.

Me gusta hacer la analogía con un despertar pues cuando uno sueña, aveces los sueños pueden ser muy vívidos y nos pueden hacer creer que son la realidad.  De la misma forma creo que me pasó cuando desperté de la religión católica. Y creo que, ahora que soy adulto y que tengo mi propia familia me doy cuenta de que esa analogía encaja muy bien.

Cuando era niño me gustaba ver un programa de televisión norteamericano llamado "The Twilight zone" o como aquí lo llamaron "Dimensión desconocida". Cuando me di cuenta de que no tenia nada más que hacer dentro de la religión católica no sentí lo que hoy, a 11 años de distancia, siento con respecto de las religiones en general. Aquel, era más bien un sentimiento de ansiedad por libertad y al mismo tiempo el temor que causa ser libre y responsable de mis propias consecuencias, buenas o malas.  Sin embargo, las creencias religiosas católicas aun no me causaban la extrañeza que me causan hoy; dignas de un programa de "dimensión desconocida".

Tomemos esa oportunidad de regresar a esa dimensión bastante conocida donde la religión se ha mezclado tanto en la cultura que forma ya una simbiosis de la que intentar separarla cause la muerte del organismo anfitrión. Dicha simbiosis cultural ha permitido en la cultura que amigos se conviertan en algo mucho más y entonces llamarse "compadres". Donde uno representa un guía espiritual y un posible sustituto del padre biológico en caso de ser requerido. Los niños son "idealmente" concebidos con la "bendición" de un cura en una iglesia para después ser paridos en un hospital en donde en todas las habitaciones hay crucifijos o incluso capilla y el primer trámite social más importante es bautizarlos; que, finalmente, es cuando "nacen los compadres".

Luego los niños aprenden de "papá Dios" y las abuelas se derriten al ver que sus pequeños nietos ya saben hincarse, juntar sus manitas y recitar de memoria aquella del "angelito de mi guarda". Después, llegadas las fechas, los niños participan desde guardería o preescolar en representaciones de la natividad. Unos niños piden sus regalos al "niño Dios" y otros a "Los Santos Reyes". Sin siquiera saber si son reyes de qué o de dónde pero saben que uno tiene un imponente elefante.

Más adelante es muy tradicional que los niños asistan al catecismo para prepararse y hacer la primera comunión. E incluso hay competencias entre ellos.
-"...y tu a los cuántos años la hiciste?"
-"¿yo? ...a los 8! ¿Por?"
-"JA! te ganó mi primo porque él la hizo desde los 7 y medio!"
-"Qué tiene de malo? aun así te gano yo a ti! Tu tienes 9 y apenas estas yendo al catecismo!"

Ah... aquellos días.
Después viene la confirmación y con cada evento de inauguración o fin de etapa escolar vienen ceremonias para absolutamente todo. Para cuando terminas la secundaria, hay misa. Cuando terminas la prepa, misa. Cuando terminas la universidad, misa. luego pones un negocio y vas a inaugurar tu restaurante... misa también.
Un buen día te topas con una "hermosa chica de familia" y decides casarte con otra ceremonia más. Donde el cura bendice aquella decisión y el ciclo se repite.

En esta dimensión todo lo anterior es absolutamente normal y en el caso de aquellos que son "simplemente" portadores de la religión, lo anterior acontece tan rápido y es tan cultural que nunca tienen tiempo de detenerse y pensar siquiera si vale la pena seguirlo haciendo. La cantidad de recursos, dinero, tiempo, esfuerzo y neuronas que son dedicadas a estas cosas no son nada despreciables. Simplemente, si hacemos aritmética fácil y consideramos que un año tiene en promedio 52 domingos  de los que el 80% se usan para asistir a misa durante 1 hora. Eso nos dan 41.6 horas anuales dedicadas a ir a "escuchar" monotonías.
Ahora, si tomamos un promedio de vida de 80 años quiere decir que en la vida dedicamos 3326 horas a ir a misa, es decir 138.666 días completos como un mínimo. Todo esto sin contar que asistimos a bautismos, que asistimos a escuelas que no son laicas, que vemos programas religiosos sin opción real en televisión abierta, que cuando contratamos televisión por cable por desear más opciones que la maldita televisión abierta también se incluyen canales religiosos, los quieras o no, espectaculares por las calles imposibles de eludir. Venga, hasta los noticieros de la mañana tienen el descaro de "recordar" a los feligreses:
-"YYYY aaaantes de ir a los comerciales recuerde que hoy es Miércoles de ceniza! Pregunte en su comunidad y asista antes de que se termine!".

Otro día normal; abrir los ojos voltear a la izquierda y ver el reloj; aun es temprano para Sábado así que consideras regresar a dormir pero tu esposa te recuerda que no han comprado el regalo del bautismo del hijo de tu prima segunda política que ves con la misma frecuencia que cambias el aceite del auto.
-"...y?"
-"Cómo que Y?"
"¡Es hoy a la 1pm y la misa es a las 11am!"
"¡Párate ya de la cama que a penas hay tiempo para ir por el regalo!

Ante la evidente emergencia de la situación "decides" bañarte y alistarte para poder ir ambos a escoger un regalo. Hora y media después estás en una tienda departamental en la zona de bebés y maternidad tratando de darle sentido a la tradición de no llegar con las manos vacías.
-"Oso Angelito de mi guarda"

Es lo que puedes leer al inspeccionar un tierno osito de felpa que evidentemete sufre de alguna especie de gigantismo ocular y pupilas tan dilatadas que seguramente lo mantienen ciego. Depronto, al ver el vientre del oso notas una etiqueta que dice: "presione".
-"Padre nuestro, que estas en los cielos. Santificado sea tu nomb..."

Decides dejar el animal de felpa en el lugar de donde lo tomaste, pero no puedes dejar de sentir que cuando eras niño no existían juguetes y adornos que rezaran por ti y menos que te enseñaran "el padre nuestro". Exhalas con desdén pues no encontraste apropiado ese juguete y eso también implica extender la búsqueda por más tiempo. De pronto, una niña de 5 años que camina de la mano de su madre se planta en el piso y comienza a hostigarla para que le compre "el osito que reza". A lo que la madre finalmente accede pues "es algo bueno" sin antes mencionarte con cierto alivio:
-"Que bueno que no lo compró, oiga, es que andan escasos".

Tu sorpresa sobre qué tan apropiado es el juguete ha crecido al triple. Aun no terminas de digerir lo anterior cuando vez a tu esposa aproximándose con regalo en mano y ya envuelto. Temes preguntar, pues incrementar la rareza del momento no hará fácil el resto del día. Sin embargo, haces la pregunta y consigues algo de calma pues tu esposa es toda una genio y escogió regalar un conjunto de ropa coordinada para tu sobrino lejano.

De camino al templo, un vagabundo se aproxima al auto delante tuyo y extiende la mano justo al costado a lo que el conductor sube la ventanilla con rapidez.
-"Que Dios lo bendiga!"
Le grita el vagabundo, en tono de insulto, a aquel conductor que te antecede en suerte justo antes de que pudiera siquiera aumentar el volumen de su auto estereo para fingir que no lo escuchó. Tu eres quien sigue en su lista, así que no quieres problemas y comienzas a esculcarte. Encuentras pelusa en uno de los bolsillos y una moneda en otro. Se la das sin fijarte que denominación tiene a lo que recibes un:
-"Que Dios lo bendiga"

Luz verde, momento de seguir. No puedes dejar de pensar que el vagabundo conjuró lo mismo para ambos pero esperas que al menos el que te corresponde es mejor intencionado que el otro.
Estas por cambiar de carril pues el auto de quien negó la limosna va demasiado lento y no respeta las reglas de transito. Justo al cambiar de carril notas un diseño de un pez cristiano y otro letrero viejo que dice "bebé a bordo". Tendría que ser muy viejo pues ese bebé ahora es la misma niña de 5 años con su oso recién desempacado. La niña no lleva cinturón de seguridad y los padres, quienes van sin prestarle la más mínima atención tampoco llevan puesto el cinturón.  Otra vez, ese sentimiento de extrañez te ha alcanzado y te pones a pensar que a ellos no les sirve de nada rezar o traer letreros en tu auto si no tomas las precauciones del mundo real; luego son ellos los típicos que dirían que Dios quizo un nuevo algelito y por eso se llevó a la niña de 5 años.  Vaya, el día de hoy comienza a tornarse surrealista.
Tu mente sigue notando cosas que antes pasaban frente a tus ojos pero que nunca tenian la importancia o la notoriedad que tienen hoy desde que te tocó ver ese oso de felpa en la tienda. Hoy, te puedes dar cuenta de lo realmente extraño que es que en la televisión se dediquen a recordar, instruir, congregar y dirijir a los creyentes de una religión y olvidandose por completo de las demas creencias y formas de pensar. Te pones a pensar que es completamente ridículo que tu sola presencia sea tomada en muchas ocaciones como agresión indirecta para los religiosos pues el ser ateo "fuera de closet" te marca como una negativa viviente a su forma de ver el universo pero que ese 80% de la población no repara en lo absoluto en suspender actividades laborales de casi cualquier índole cuando sus "días santos" llegan o cuando decides ir a tu restaurante preferido y el menú ha cambiado drásticamente pues "es vigilia joven! que usted no la practica!?".
Es este día cuando te das cuenta de que hay niños cuyos padres no dudarían ni por un solo segundo en castigarlos con golpes si son sorprendidos viendo los senos de una mujer en una revista erótica pero son obligados a ver una y cientos de veces la tortura y agonía de una persona que actua como su heroe. Algunos, incluso son llevados a presenciar estos actos de lesa humanidad y decadencia en vivo y en todo su asqueroso y lastímero esplendor. Son esos niños los que después de presenciar esas escenas se les inculca el sentido de culpa y deuda con ese "heroe".
-"Mire m'hijo, él murió por ti y por todos nosotros. Ahora por eso debemos portarnos bien"
Finalmente, llegas al templo donde fueron citados. Hay niños dentro del recinto. Muchos, no ponen atención a nada de lo que pasa pero en los más pequeños, los que aun no hablan, notas esa mirada de desconcierto. Como si quisieran decir "oye, hay un tipo clavado a esos palos!" Ahora, compartes esa misma mirada. Hoy, has recuperado los ojos inquisitivos y curiosos de un infante. Estas en una dimensión que comienzas a desconocer poco a poco y esa sensación lejos de disminuir aumentará.
El rito guiñol comienza y todos a tu alrededor, se paran, se sientan y se hincan todos al mismo tiempo que su titeretero lo comanda con esa voz que hipnotiza y adormece. Te preguntas cómo es que alguien que dice recitar las palabras de su dios no tiene el mínimo interés por hacer pausas y marcar la entonación de los textos que lee con tan poca motivación.
-"Oremos..."
Todos se paran y decides pararte para no llamar la atención demasiado. Ves como el sacerdote pide a los papás del bebé a bautizar que se aproximen a la fuente bautismal.
-"Pronto, dejarás el pecado y naceras en tu fe cristiana, católica, apostólica y romana. Pronto serás reconocido por Dios como uno más de sus hijos..." Recita el padre en voz alta.
-"...uno más que va al kilo..." murmuras en voz baja pero es tu esposa quien te logra escuchar. Recibes un suave codazo en la boca del estomago como intercambio por tu "impertinencia". Decides morderte la lengua para no reir y no hacer la situación peor.
Es como si la lógica se hubiera volteado por completo. Depronto contemplas que entrar a un recinto decorado con figuras de gente sufriendo y sangrando no es unicamente inapropiado para niños, sino inapropiado para todos. Luego precencias que la gente hace filas para comer la carne y beber la sangre de su heroe muerto y no puedes dejar pensar en la pelicula de los sobrevivientes de los Ándes.
-"Me preguntó qué parte del cuerpo estará comiendo la mujer de rojo" -Piensas para ti mismo.
El tipo que está parado a tu lado y que te sorprende viendo al bebito de tu prima segunda te pregunta: "Y ustedes, para cuando tienen el suyo?"
 -"Quizá el proximo año." respondes con una sonrisa finjida que se distorciona en mueca pues al mismo tiempo piensas:
-"Pero nunca lo someteré a este ritual de salvajes, nunca lo sumergiré en aguas que lo hagan ver todo este sufrimiento como algo normal..."
Todo este ritual es para evitar que el bebé se vaya directo al infierno pues hasta hace poco la iglesia había aceptado que había un lugar "intermedio" a donde iban todos los niños sin bautizar pero recientemente cambiaron de parecer y resulta que no existe tal lugar. Tal vez ya se llenó o resultó ser mal negocio.

La ceremonia llegó a su fin y después de abrazos y tradiciones te encuentras entrando por las puertas del lugar donde la fiesta post-bautismal tendrá lugar con tu esposa de tu brazo derecho y con el regalo envuelto en el izquierdo. Al entregarlo, tu prima decide abrirlo ahí mismo. Tu, estás confiado pues sabes que no es un oso que reza. Y luego ves la cara de tu prima que denota la más clara satisfacción.
-"¡Ay, que lindos!"
Exclama con ternura mientras casi se derrite sobre el césped del  lugar del evento.  Ella procede a sacar el conjunto de ropitas para bebé del empaque que las confinaba y se las coloca encima al bebé como en ademán de medir y comparar la talla.
-"¡Yo creo que le quedan perfectos! ¡Mil gracias!"

-"Angelito de mi guarda"
Es lo que puedes leer impreso sobre el conjunto de ropita para bebé... Te has quedado frío, mientras miras a tu esposa con la misma extrañez con la que has percibido todo el día de hoy.  Esto es solo el comienzo
Bienvenido a la dimensión desconocida.